sábado, 30 de abril de 2022

Capítulo 6 - Covadonga

    En el día de hoy, Amelia llevaba a Jayden a conocer uno de los entornos más bonitos y emblemáticos de Asturias, Covadonga. Sería un día intenso, le enseñaría la basílica de Covadonga y, por su puesto, subirían también a los lagos. 

    Amelia había ido en muchas ocasiones a dicho lugar con sus padres y también con amigos, pero nunca había hecho de guía turística para nadie como hoy le tocaría hacer. Un punto a favor de dicha situación, es que podía contar a Jayden la historia del lugar sin riesgo a replicas críticas. Aunque conociendo a Jayden, seguramente, habría leído algo sobre el lugar antes de su visita. El entorno que hoy visitarían no solo era un lugar de culto religioso, también era un lugar importante para la memoria colectiva de todos los asturianos. Fue el lugar donde Pelayo comenzó lo que posteriormente desembocaría en la reconquista cristiana de la península ibérica. Realidad y ficción se entremezclan en ese lugar y solo sus piedras conocen la verdadera historia que tuvo lugar allí. 

    Aparcar en Covadonga fue tarea sencilla. A diferencia de lo que ocurría durante los meses estivales, no les constó nada de tiempo estacionar. Se podría decir que incluso habían tenido mucha suerte porque aparcaron a escasos metros de la imponente basílica de Santa María la Real de Covadonga. 

    El día había abierto a medida que se acercaban a su destino, así que cuando descendieron del vehículo, unos agradables rayos de sol les bañaron. 

—¿Qué te parece el entorno? —le preguntó Amelia a Jayden mientras cerraba el coche. 

    Jayden estaba admirando anonadado el verde valle donde se encontraba la basílica de Covadonga. Las montañas más próximas tenía una vegetación frondosa, por lo que era sencillo escuchar el trinar de los pájaros. 

—Es un lugar espectacular y precioso. —El hombre cerró los ojos y aspiró hondo, como si con ese gesto consiguiera guardar en su subconsciente el aroma que estaba respirando en aquel preciso momento y lugar—. Huele a naturaleza en estado puro. Tengo muchas ganas de conocer todo este lugar.

    Juntos se encaminaron a la explanada de la basílica. En el lado izquierdo se encontraba la escultura del que se considera el primer monarca del reino de Asturias, don Pelayo. Según se cree, Pelayo habría dirigido la batalla que tuvo lugar en dicho entorno y que sería el desencadenante de la reconquista. Lo cierto es que la batalla de Covadonga fue la primera victoria de un grupo rebelde contra las fuerzas sarracenas que por aquel entonces dominaban toda la península ibérica. Dicha batalla fue el origen de una rebelión coordinada que daría lugar poco tiempo después a la fundación del Reino de Asturias y con el paso del tiempo, a su expansión hacía terrenos más al sur de sus orígenes. 

    Poco a poco la pareja de amigos fue dirigiendo sus pasos hacía la entrada de la basílica. Una vez que llegaron a sus puertas accedieron a su interior. 

—Te encantaría la experiencia de vivir la fiesta regional en este lugar — agregó Amelia a un Jayden maravillado por el interior del edificio—. El ocho de Septiembre, miles de personas vienen a este lugar y suben a continuación a los lagos para festejar la fiesta regional. Gaiteros tocan el himno regional en el exterior mientras bailarines profesionales bailan el baile típico regional. A cualquier asturiano, este lugar le hace vibrar de una forma especial. No sabría decirte si es por la historia que encierra detrás o porque el entorno tiene una magia especial. 

    El incienso inundaba el aire que se respiraba en el interior del templo. El interior de la basílica estaba iluminado gracias a los rayos de sol que entraban por las bonitas vidrieras colocadas estratégicamente en el edificio. Jayden estaba maravillado con la estructura del edificio, miraba detenidamente cualquier detalle del lugar. 

    Tras recorrer toda la basílica decidieron encaminarse a la cueva. A diferencia de la luminosidad de la basílica, el interior de la cueva era oscuro y a penas disponía de luz, únicamente algún que otro agujero dispuesto en la roca de la pared y alguna que otra luz les permitía guiarse a través de la gruta. Se podían escuchar gotas de agua cayendo por los muros y eso confería al lugar un ambiente húmedo y fresco. El lugar podría catalogarse de tenebrosos si no fuera porque desembocaba en el lugar mágico donde se encontraba descansando la virgen de Covadonga. Antes de llegar a la virgen, a la derecha del recorrido, se encontraba una zona de velas donde la gente devota de la virgen encendía una para que sus plegarías se cumplieran. Tras pasar esta zona llegaron al lugar donde se encontraba la virgen. Estaba vestida con su característico y emblemático mantón rojo. 

    Tras unos instantes observando en silencio la figura religiosa, Amelia preguntó a su amigo si quería hacerse una foto con ella. Él no dudo en aceptar sin antes no proponerle que ambos salieran en la instantánea. Amelia no pudo negarse a la propuesta, a fin de cuentas sería un bonito recuerdo de aquella visita y de aquel viaje de su amigo americano en general. Tras esperar su turno para ponerse cerca de la virgen para hacerse la foto, le pidieron al siguiente de la fila que les hiciera la instantánea. 

    Tras comprobar que hubieran salido ambos bien en la foto, se dirigieron a la pequeña capilla de piedra que se encontraba construida prácticamente incrustada en la pared de la cueva. Tanto la virgen, como la pequeña capilla se encontraban en una especie de terraza con vistas a un precioso valle a sus pies. Debajo de este balcón se encontraba una cascada. Así que estar apoyado en la barandilla, mientras veías esas impresionantes vistas, a la vez que escuchabas el relajante ruido de la cascada a tus pies, era una experiencia maravillosa que Jayden estaba disfrutando. El lugar le parecía mágico y precioso a partes iguales y su cara lo demostraba por el brillo que tenían sus ojos y la sonrisa que tenía impresa en su rostro. 

    Amelia en ese preciso instante se fijó en la colección de tatuajes que tenía el americano impresos en su piel. Unos eran en blanco y negro y otros tenían color. Era cierto que los había visto en fotos que él le había enviado, pero hasta ese preciso momento no le había visto los brazos descubiertos y no los había visto en persona. Se moría de ganas de tocar la realista águila americana que tenía tatuada en el brazo, pero se contuvo por no creer que fuera una actitud conveniente. Tal vez Jayden se sintiera cohibido porque ella le tocara el brazo sin ton ni son y no le quería incomodar con esa acción. 

—Si no te importa, voy a ir a comprar una vela para ponérsela a la virgen. — Amelia también sacó de su ensoñación a Jayden con su comentario—. Si quieres puedes esperarme aquí, será sólo un momento.

    La mujer necesitaba alejarse de él si quería controlar sus impulsos de tocarlo. Al tener los brazos apoyados en la barandilla, se le marcaban todos los músculos y Amelia parecía no encontrarse cómoda vislumbrando aquella imagen.

—No, no, voy contigo. 

    Juntos bajaron unas cuantas escaleras hasta una pequeña tienda. Primeramente bajaba ella, seguida muy de cerca del americano. Otras personas había decidido hacer lo mismo que Amelia y comprar una vela allí, por lo que les tocó esperar un poco para que llegara su turno. 

—A mi también me gustaría comprar una vela —dijo Jayden a Amelia una vez que les tocó su turno—. Me gustaría pedirle algo a la virgen también. 

—Muy bien, espero que lo que pidas te lo conceda. 

—Yo también —le respondió él sonriendo.

    Tras comprar las velas subieron de nuevo las escaleras que habían bajado y ambos se dirigieron hasta el lugar indicado para encenderlas y depositarlas. Tras encenderlas y estar unos instantes callados pidiendo sus plegarias, abandonaron la cueva por las empinadas escaleras que daban a la base de la montaña donde se encontraba la cueva. Una vez abajo de las escaleras, ambos miraron hacía arriba. La vista era muy bonita, el balcón donde descansaba la virgen y debajo la cascada cayendo continuamente agua. La hermosa vista, el sonido del agua, el trinar de los pájaros, el aroma a aire puro conferían al lugar un ambiente mágico que encandilaba a cualquier visitante por muy exigente que fuera.

—Según la creencia popular, si tiras una moneda al agua y pides un deseo, este se cumple —informó Amelia a Jayden. 

    Este sin pensárselo dos veces sacó una moneda de su pantalón, se puso de espaldas a la charca que formaba la cascada, cerró sus ojos y la tiró al agua.

—Que no sea por no insistir —agregó el californiano sonriendo tras el ritual que acaba de hacer—. ¿Pedimos que nos hagan otra foto? 

    Tras decidir el turista que les haría la instantánea ambos se colocaron para la foto.

—Acérquense un poco más, parejita —les dijo el hombre que les hacía la foto.

    Jayden al principio titubeo, pero al mirar a Amelia a los ojos tomó el valor que hasta el momento le había faltado y abrazó a su amiga por el hombro atrayéndola hacía su cuerpo. La mujer no le impidió la acción y eso hizo que él se relajara.

—Hacen una pareja preciosa.

    El hombre le entregó la cámara a Jayden y se despidió de ellos.

—¿Te lo puedes creer? Ese hombre creía que éramos novios —Amelia sonrió a Jayden de forma alegre. 

    La mujer no podía creer que aquel hombre pensara que ellos dos eran pareja cuando en la realidad solo eran amigos. Jayden estaba tan absorto mirando la foto que les acaba de hacer aquel hombre que no había oído el comentario que le acababa de hacer Amelia. En realidad les había hecho varias y todas le gustaban, el entorno era espectacular y ellos habían salido muy favorecidos. La luz del lugar era especial.

—¿Dónde está esa famosa fuente de los siete caños? —preguntó Jayden mientras la buscaba con la mirada.

—¿De verdad que quieres ir hasta esa fuente? 

    Amelia estaba sorprendida de que Jayden se acordara de aquella fuente de la que le había hablado en uno de sus audios hacía ya unos años.

—Por supuesto, y pienso beber de sus siete caños.

—Estas bromeando, ¿verdad? 

    Amelia no se podía creer lo que estaba escuchando. Su amigo, un ser super racional, que no creía en ninguna superstición, había puesto una vela a la virgen de Covadonga, acaba de echar una moneda a la poza para pedir un deseo y ahora quería beber de la fuente de los siete caños. «¿Qué le esta ocurriendo a este hombre en este lugar?».

—No, no. Quiero saber si la leyenda se convierte en realidad —respondió Jayden muy serio mirando a su amiga. 

—Eso son leyendas, yo misma te lo puedo corroborar. He bebido un montón de veces de todos sus caños y todavía no me he casado. Fíjate que ni siquiera todavía tengo novio. 

—Bueno tal vez en esta ocasión su magia funcione, quien sabe —agregó el norteamericano.

—Si quieres probar suerte, no seré yo quien te quite la ilusión. A fin de cuentas has venido aquí desde muy lejos. 

    Amelia rodeo la poza seguida muy de cerca de Jayden y comenzó a caminar a través de un estrecho sendero pegado a la montaña. El suelo eran piedras y por su proximidad a la poza y a la cascada se encontraba húmedo y, por tanto, resbaladizo. Había que tener cuidado al caminar para no resbalar. Por el trayecto se cruzaron con una familia que regresaba del lugar al que se dirigían ellos. Tras caminar unos metros llegaron finalmente a la fuente. 

—Aquí tienes la famosa fuente de los siete caños —dijo Amelia al llegar a la pequeña explanada donde se encontraba. 

    La fuente se encontraba prácticamente debajo de la cascada en el margen izquierdo de la misma, casi incrustada en la pared de la montaña. Allí era imposible no mojarse con la bruma que producía la cascada al encontrarse a escasos metros de distancia. Amelia se apartó del camino de Jayden para que este pudiera llegar hasta la fuente y beber de los siete caños de la misma. 

—¿Es qué tú no vas a beber? —le preguntó el americano a su amiga al ver que esta se alejaba de la fuerte y no se disponía a realizar el famoso ritual.

—Como ya te dije, no creo en la magia de esa fuente, solo son leyendas — respondió ella.

—¡Venga Amelia! Bebe delante de mí, que más te da.

    Ambos se miraron y Amelia, tras pensar brevemente su decisión, finalmente accedió. Su amigo había recorrido medio mundo para ir hasta aquí, no sería ella quien desmerecería ese momento. Si él quería que bebiera, lo haría, no sería ella quien rompiera la magia de aquel momento. 

—Bueno, venga vale. Porque vengo contigo, sino no bebería de nuevo de estos caños. Recuerda, hay que beber de todos los caños sin respirar.

    Amelia bebió de cada uno de los caños girando alrededor de la fuente. Jayden la imitó a poca distancia.

—Bueno, espero que a ti te traiga más suerte esta fuente —le dijo Amelia a su amigo tras beber del último caño y alejarse un poco de la fuente para darle más espacio. 

    Amelia se colocó muy próxima a la orilla de la poza para dejar espacio a su amigo para que bebiera del último caño que tenía un difícil acceso. La mujer pudo ver como su amigo bebía de los últimos caños para terminar con el tradicional ritual. Cuenta la leyenda que rodea el lugar que si bebes de los siete caños sin respirar y no tienes pareja, consigues una en el transcurso de un año y si la tienes, te casas en ese mismo tiempo. 

    Tras terminar con el ritual, Jayden se aproximó con mucha decisión hacía la dirección donde se encontraba su amiga. Al ver esa acción, Amelia tuvo la reacción de dar un paso hacía atrás pero Jayden, gracias a sus reflejos de antiguo ex-miliar la rodeo con su brazo derecho impidiendo que cayera al agua y la atrajo hacía él para besarla apasionadamente. La mujer se quedó en shock durante unos segundos, no esperaba esa reacción por parte de su amigo. Pero pasado unos instantes, una sensación extraña nació dentro de su ser y le devolvió el beso intensamente. Hasta ese preciso instante la mujer no había sido consciente de lo sedienta que estaba de él. Sus bocas se habían fusionado en un pasional beso y ambos parecía que habíamos estado esperando durante mucho tiempo aquel momento. Tras un primer instante de asombro, el cuerpo de Amelia reaccionó a su calor y abrazó a Jayden por la cintura atrayendo si cabía más sus cuerpos. El momento y el entorno eran mágicos para su primer beso. Parecía que ninguno de los dos quería romper aquel momento tan especial. Tras unos instantes absortos en el beso, saboreando que estaban formando parte de un beso super romántico, la cabeza de la mujer decidió volverla a la realidad «¡Cuidado Amelia! El amor atonta los cerebros. ¡No caigas, no caigas!». Esa voz interior hizo que la mujer fuera la primer en romper el beso y la que los devolvió de nuevo a la realidad. 

    Amelia no pudo contenerse y miró a su amigo americano a los ojos. En ellos pudo ver un brillo especial, seguramente el mismo brillo que también ella tendría en aquellos momentos. 

—Creo que la fuente sí tiene poderes mágicos —añadió Jayden sonriendo pícaramente antes de volver a besar a Amelia. Tras separar sus labios Jayden apoyó su frente sobre la de ella y habló sobre su boca—. Llevaba días queriendo hacer esto. Miento, llevaba queriendo hacer esto desde que bajé del avión y te vi en el aeropuerto. Estuve pensando cual sería el mejor momento y finalmente hoy me decidí a dar el paso. No podía esperar más. 

—Jayden...

    Jayden la calló poniendo su dedo índice sobre la boca de ella. 

—Sé lo que vas a decir, que esto es una locura, que tú vives aquí y yo a miles de kilómetros de distancia, lo sé. Pero en ocasiones hay que dejarse llevar y vivir el aquí y ahora y dejar a un lado la cabeza, ¿no crees? 

—Nunca pensé que harías esto —respondió Amelia.

—Me gustas mucho, Amelia. Cuando me llegaban tus audios era un júbilo para mí. No veía el momento de poder escucharlos tranquilamente y después escuchar una y otra vez tu voz. He escuchado tus audios mil veces. Algunos hasta me los sé de memoria de tanto oírlos.

—No tenía ni idea.

    Jayden volvió a besarla intensamente bajo la bruma mística que formaba aquella cascada próxima del lugar en el que ellos se encontraban. Por fin los caños de aquella fuente había hecho su hechizo sobre Amelia. Ella que había dejado de soñar con su magia, que apunto estuvo de no beber nuevamente de sus caños, ahora se encontraba inmersa en un beso que ninguno de los dos quería terminar.


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