Estaba teniendo lugar el trayecto más melancólico de las vacaciones de Jayden que Amelia hubiera vivido. Tras recogerlo en la puerta de su hotel, Amelia encaminó su coche en dirección al aeropuerto, era un trayecto de unos treinta minutos. En el transcurso de ese tiempo pensarían en todos los momentos bonitos que habían vivido y en la tristeza que les daría separarse después de diez días juntos. Cuando Jayden llegó parecía que la duración de sus vacaciones sería muy larga, pero la realidad, mejor dicho el día de hoy, les hizo darse cuenta que duraron un suspiro.
Todo viaje tiene un inicio y un final. Normalmente su comienzo va acompañado de una gran alegría, de un gran júbilo por encontrarse con el ser querido que llega. Pero su marcha es otra cosa, su marcha va unida a un gran pesar por la separación, por los sentimientos de tristeza que acompañan al acto de alejamiento.
Prácticamente todo el trayecto hasta el aeropuerto lo hicieron en silencio. Parecía que ninguno de los dos se atrevía a hablar por miedo a romper la magia que se había creado entre ambos durante aquellos maravillosos diez días. Fueron días mágicos, días que los dos recordarían toda su vida, días llenos de múltiples emociones que atesorarían en sus corazones. Lo que había comenzado como una bonita amistad, había desembocado poco a poco es una bonita historia de amor de la que ninguno de los se quería despertar.
Muy lejano quedó atrás en el tiempo aquel evento que tuvo lugar en el rafting, o el beso apasionado de imprevisto que le dio Jayden a Amelia y que hizo que los muros internos de ella se resquebrajaran por completo. Hasta ese beso, Amelia había estado huyendo del amor durante largo tiempo. Ella creía que era una droga y que ese sentimiento era innecesario para ella, no quería volver a sufrir ese dolor inimaginable que te desgarra por dentro cuando se acaba. Pero ese hecho totalmente imprevisto para ella, le hizo cambiar radicalmente de opinión. De no querer saber nada del amor, a poco a poco ir sumergiéndose en él sin apenas darse cuenta. Ahora no quería separarse de él. Deseaba que le dijera que iba a alargar su estancia aunque ella supiera de ante mano que eso solo era una ilusión, solo era una fantasía en su cabeza.
Dentro de poco se enfrentaría a la separación de Jayden y presumía que ese hecho la rompería por dentro, cosa de la que llevaba tiempo huyendo, pero no pensó cuando Jayden la besó y se lanzó al vacío. Amelia siempre había luchado por su independencia, siempre había mantenido su fiel convicción de que su felicidad no dependiera de la proximidad que tuviera con una persona. Pero ahora se enfrentaba a un hecho irrefutable y es que sentía una necesidad de estar cerca de Jayden. Aquel sentimiento, en contra de molestarle, le hacía sentir una conexión con otra persona que hasta la fecha nunca había sentido. Eso en contra de lo que hasta ahora había pensado, no le hacía sentir inferior, más débil, sino todo lo contrario, se sentía plena, empoderada.
Lo cierto era que durante aquellos diez días no solamente habían visitado los lugares más turísticos de la región, sino que habían vivido juntos muchas vivencias que les habían unido si cabe aún más. Vivencias que a los dos les costaría olvidar y que siempre recordarían con nostalgia pasará lo que pasará entre ellos.
Amelia miraba de vez en cuando, de soslayo a Jayden, pero él se encontraba ensimismado en sus pensamientos mirando a través de la ventana del vehículo al paisaje que les rodeaba. En esta ocasión no percibía en él el júbilo por ver un nuevo paisaje para él, como habían sentido en otras ocasiones, sino que tenía puesta la mirada en el paisaje, pero su cerebro estaba en otro lugar. En esos momentos, ella hubiera deseado poder leerle la mente para descubrir que estaba pasando por su cabeza. Nunca le había visto tan callado y distante con ella. Su cuerpo estaba sentado a su lado, apenas unos centímetros separaban sus hombros, pero su cerebro se encontraban a miles de kilómetros de distancia.
La música sonaba a través de la radio, pero en esta ocasión, ninguno de los dos tenía el humor de cantar. La separación estaba cerca y aunque ninguno de los dos lo decía en voz alta, estaba claro que a ambos les aterraba la llegada de ese momento que cada vez estaba más próximo.
Al llegar al aeropuerto ambos se encaminaron en silencio a la zona de facturación de equipajes. Caminaban uno al lado del otro con las manos entrelazadas pero sin hablar. Jayden estaba melancólico. Ambos eran conscientes de que los minutos estando juntos comenzaban su cuenta atrás. Habían tardado tanto tiempo en encontrarse en persona que esos diez días les habían pasado en un abrir y cerrar de ojos. El tiempo juntos les había pasado más rápido de lo normal.
Llegó el turno de Jayden de facturar su maleta. Los dos vieron como su equipaje desaparecía a través de la cinta transportadora siendo un preludio de lo que más tarde les ocurriría a ellos.
—Tengo un pequeño regalo que hacerte —Amelia comenzó a hablar—. Iba a mandártelo en unos días, pero no quiero seguir viéndote triste porque nuestra separación esté próxima. Cuando lo veas estoy segura que algo dentro de ti se removerá y volverás a sonreír recordando los momentos que vivimos en esos momentos.
Jayden la miraba fijamente a los ojos, escuchando atentamente cada una de las palabras que le decía Amelia.
—Estos días han pasado volando para mí. No creía que diez días fueran a pasar tan pronto.
Amelia sacó su teléfono móvil y le envió un video. El video lo había hecho ella mezclando fotos y videos de los dos de toda su estancia en la región con la canción de fondo "Something I need" de One Republic que los dos habían cantado juntos en el coche el día de su llegada a Asturias.
—Prefiero que lo abras una vez que estés solo. Quizás cuando pases el control o cuando subas a ese avión.
—¿Por qué no vienes conmigo? Ven unos días a Estados Unidos conmigo. —Jayden cogió las manos de Amelia entre la suyas mientras la miraba directamente a los ojos—. No quiero separarme de ti tan pronto, aún no.
—Ni yo tampoco, pero sabíamos que este momento llegaría.
Amelia le abrazó, lo estrechó entre sus brazos y lo atrajo hacia ella. Él le devolvió el abrazo. Estuvieron así durante unos minutos, acompasando sus respiraciones, escuchando sus latidos, sintiendo el calor del uno en el otro. Probablemente fuera el último abrazo que tuviera lugar entre los dos durante un largo tiempo. Nueve mil kilómetros no era una distancia que pudiera recorrerse todos los días. Ellos lo sabían, por eso saboreaban ese instante tan especial para ambos.
El aumento de pasajeros les sacó de su ensoñación, eso indicaba que la salida del vuelo dirección Madrid, el vuelo que cogería Jayden para iniciar su periplo de regreso a su hogar, estaba aproximándose. Los primeros pasajeros comenzaron a pasar el control de seguridad.
—Amelia —Jayden levantó el rostro de ella suavemente con su dedo indice para que lo mirara directamente a los ojos—, prométeme que pronto vendrás a visitarme.
Amelia le miró a los ojos, se sumergió en su mirada, parecía que había sido hechizada. No podía responder, algo le impedía hablar, un nudo se había formado en su garganta. Sabía que si comenzaba a hablar, había un alto riesgo de que terminara llorando. Le aterraba separarse de él. Había estado tan a gusto con su presencia, con su cercanía, que no sabía como podría enfrentarse a su marcha y a su lejanía.
—Amelia, por favor —insistió de nuevo Jayden sin romper tanto el contacto visual como el físico—, prométemelo.
—Te lo prometo, Jay —respondió finalmente Amelia armándose de valor para contestar—. Pronto iré a verte.
Jayden la volvió a abrazar, la elevó un poco y dio un giro de trescientos sesenta grados con ella en volandas. Amelia sonrió de felicidad, no se podía creer que ahora ella formara parte de una escena de película romántica similar a la que había visto en el aeropuerto el mismo día que Jayden había llegado a Asturias. Ella que nunca había fantaseado con vivir esa escena, ahora la estaba viviendo y estaba super feliz por formar parte de ella. Que giros del guión tiene la vida.
—No sabes la alegría que me has dado. —Jayden no pudo contener la emoción y la besó apasionadamente—. Estaré contando los días para tu llegada. No te arrepentirás. Yo también puedo ser un magnífico anfitrión.
El flujo de pasajeros a través del control de seguridad fue disminuyendo. La salida del vuelo estaba próxima por lo que Jayden no podía dilatar más el momento de despedirse.
—Gracias por estas increíbles vacaciones, Amelia. No olvidaré ninguno de los momentos que he pasado contigo. Estamos a punto de separarnos y ya estoy deseando que volvamos a reencontrarnos.
—Me da mucha pena que te vayas —Amelia no pudo seguir contenido más su tristeza y una lágrima comenzó a surcar su rostro.
—¡Oh, darling! —Jayden atrapó la lágrima dulcemente con su pulgar—. Enseguida volveremos a estar juntos, ya verás.
Jayden cogió el rostro de Amelia entre sus manos delicadamente y la besó apasionadamente, saboreando los últimos instantes que sus labios podrían rozarse antes de despedirse durante un tiempo incierto. Era cierto que podían seguir teniendo una conversación a través de mensajes y podían seguir enviándose audios. Pero después de haber estado prácticamente diez días todo ese tiempo juntos, la falta del uno desde un punto de vista físico y emocional, sería difícil de suplir a través de mensajes, videollamadas o audios. Tras finalizar el beso, Jayden le dio un último beso en la frente y se encaminó al control de seguridad de pasajeros. Ya no quedaban pasajeros por chequear así que su paso fue rápido.
Amelia miraba con ojos vidriosos como él se alejaba irremediablemente de ella. Tras pasar el control y antes de subir las escaleras que le llevaban a la zona de espera de vuelos, se giró y la miró. La mujer pudo leer en sus labios como le decía «I love you». Ella rápidamente le contestó «Te quiero».
Amelia decidió abandonar el aeropuerto e ir en busca de su coche cuando perdió de vista a Jayden. Una parte interior de ella estaba resquebrajada con la marcha de su gran amigo americano, una parte de ella que hasta la llegada de aquel hombre, habida sido pétrea. Nadie antes que él había conseguido aquel efecto en ella y tenía la mala suerte de que esa persona viviera a nueve mil kilómetros de distancia de ella.
En ese momento, Amelia introdujo sus mano en los bolsillos de su chaqueta y en uno de ellos encontró lo que parecía un trozo de papel doblado. No recordaba haberlo depositado allí. Así que decidió sacarlo para investigar de que papel se trataba. El trozo de papel estaba doblado en un perfecto cuadrado. Lo abrió un tanto extrañada ya que no sabía como aquel desconocido papel para ella había llegado hasta allí. Al abrirlo descubrió que se trataba de una nota de Jayden. Al ver su escritura algo dentro de ella se removió, el corazón le dio un vuelco:
"Mi querida Amy,
Gracias a ti he pasado las mejores vacaciones de mi vida, no solo disfrutando de tu maravillosa región, sino también de tu compañía. Nunca pensé que una despedida fuera a ser un momento tan amargo para mi, como temo que será esta. Sé que nada más separarme de ti, una parte de mí se quedará contigo. Volveré a estar incompleto como hasta el día que te conocí. Solo espero que volvamos a vernos pronto para sentirme nuevamente un ser completo como me he sentido todos estos días a tu lado.
Te quiero,
Jayden"
Una bonita historia había comenzado a fraguarse entre los dos. Solo el tiempo diría si la gran distancia que los separaba conseguiría romperla y despertar a ambos de esta extraordinaria ilusión.