Salimos de la terminal del aeropuerto sonriendo mientras Jayden me relataba su viaje de llegada a Asturias. Al parecer le había tocado viajar en el avión sentado al lado de una señora mayor que no había parado de hablar en todo el trayecto. Jayden no había entendido toda la historia que le había relatado la mujer porque según él tenía un acento muy marcado y hablaba muy rápido. Para salir airoso de la situación, había interpretado su mejor papel como oyente de escucha activa. Eso consistía en mirar a su interlocutor, sonreír de vez en cuando dando a entender que empatizaba con él y, de vez en cuando, hacer alguna que otra pregunta estratégica para dar a entender que estaba escuchando atentamente la conversación y que era tremendamente interesante para él.
—¡Oye! No harás eso a menudo conmigo, ¿no? —le dije nada más pensar que podía haber utilizado esa misma táctica conmigo en más una ocasión.
La verdad es que no sería raro que en alguna ocasión la hubiera utilizado conmigo. Soy una persona tremendamente habladora, cuando alguien me deja, hablo y hablo sin parar. Llego a tal nivel, que durante el transcurso de una comida, todo el mundo ha terminado su plato mientras yo hablo y el mío apenas ha sido tocado.
—No, darling. Nunca haría eso contigo, yo a ti siempre te escucho con atención. Es que esa señora comenzó a hablarme como si me conociera de toda la vida y no me interesaba su historia pero tampoco me salía ser descortés con ella y más cuando tenía que ir sentado a su lado durante toda una hora.
En ese momento le miré a la cara y me fijé que se le veía algo cansado, tal vez hubiera sido por la agotadora conversación de esa mujer o porque apenas había descansado los dos días que había pasado en Madrid antes de proseguir su viaje hasta Asturias.
—Se te ve cansado —le toqué ligeramente su brazo—. Si quieres cuando lleguemos a Gijón, te dejo en tu hotel y puedes descansar un poco antes de enseñarte la ciudad. —En ese momento llegamos a mi coche y abrí el maletero—. Yo puedo aprovechar para ir a casa de mis padres y dejar mi maleta allí.
Jayden acomodó su maleta al lado de la mía y cerró el maletero.
—Estoy bien, Amelia. Estoy un poco saturado por la palabrería de esa mujer, pero eso no va a empañarme el día. He venido a conocer Asturias y a disfrutar de tu compañía. No he recorrido medio mundo para descansar en la habitación de un hotel.
Tras acomodar la maleta de Jayden en el maletero de mi coche, los dos nos introdujimos en el vehículo. Era la primera vez que íbamos a compartir el mismo habitáculo y solo esperaba que la situación no fuera tensa. Era verdad que habíamos hablado durante horas a través de una webcam, pero la prueba de fuego era esta. Sobrevivir al trayecto de media hora en coche desde el aeropuerto hasta Gijón. Los dos nos acomodamos en nuestros respectivos asientos en silencio. Tras ponerme el cinturón, me giré para mirarlo a la cara antes de hablarle.
—¿Preparado para iniciar tu aventura?
—Por supuesto —me respondió él sonriéndome a la vez que me miraba a los ojos.
—¡Allá vamos, Gijón!
Era una situación rara conducir con un pseudo desconocido a mi lado. Pseudo desconocido, porque aunque era cierto que habíamos hablado durante mucho tiempo, nunca lo habíamos hecho cara a cara.
—¿Qué tal por Madrid? Estos dos últimos días no hemos hablado mucho. ¿Has aprovechado para descansar?
—Pues ciertamente, no. Aproveché la estancia en Madrid para tener un par de reuniones de negocios.
—Come on, Jay —respondí mirándole escasamente unos segundos para a continuación centrar de nuevo mi mirada en la carretera—. ¿En serio? ¿Tienes que utilizar tus vacaciones para trabajar? ¿No habrás venido a Asturias con el mismo fin? —le vuelvo a mirar durante unos breves instantes para evaluar su reacción pero por su semblante no puedo descifrar su respuesta.
Jayden trabaja como director general del gran conglomerado vinícola de su familia. El padre de Jayden tiene una serie de viñedos en Napa y Jayden junto a sus hermanos se encargan de la parte más comercial del negocio. Tanto él como su hermana mayor, Caroline, querían expandir su cartera de clientes y ambos estaban haciendo grandes avances en su misión. Mathew, el hermano pequeño, se encargaba de gestionar la marca desde el punto de vista artístico. Los tres juntos hacían un gran trabajo, Jayden se encargaba de controlar la parte económica de la empresa, Caroline, por su parte, era la encargada del marketing relacional del conglomerado y Mat, estaba reorientando la estética de la marca haciéndola más apetecible a los mercados emergentes.
—Necesitaba entrevistarme con unas personas en Madrid, era de vital importancia. Estamos barajando iniciar relaciones comerciales con unos nuevos clientes de aquí de España y también de otros lugares de Europa. Aproveché esos días para hacer estas gestiones. Las reuniones por Zoom pueden ser interesantes, pero nunca conseguirán sustituirán a las que tienen lugar en la misma sala.
—¿Tienes programada alguna entrevistas de esas por estas latitudes?
No pude contenerme y le sonreí. Me parecía raro que una persona de vacaciones quisiera invertir parte de su tiempo en trabajar y no en descubrir rincones nuevos de la ciudad que visitaba. Y más si una persona visita Madrid, con la gran oferta turística y cultural que ofrece la capital. Desde ver un musical, contemplar una increíble puesta de sol en el templo de Debod, degustar la diferente gastronomía que te ofrece el mercado de San Miguel, hasta perderse por el parque del Retiro. Madrid ofrece multitud de planes apetecibles que hacen que rápidamente te olvides de tu trabajo.
Los viñedos de la familia de Jayden son unos de los más prestigiosos de Napa, por lo que sabía de antemano que en Asturias no tendría un nicho de negocio muy importante. Esta región valora el vino, por supuesto, pero su bebida fetiche es la sidra. Así que dudaba que su increíble viñedo consiguiera en esta región un nicho suficiente de mercado como para exportar aquí sus caldos.
—No, he venido a conocer Asturias.
—Si quieres impresionar a algún posible cliente, no te cortes. —Le di un pequeño codazo complice para que se diera cuenta de que estaba de broma.
—En estas vacaciones, solamente dedicaré esos días para los negocios. Mis próximos diez días son para descansar.
—¿Quieres ir preparándote mentalmente para el planning que he preparado?
—Claro.
—Vale, abre la guantera —le señale el receptáculo con la mano y la mirada por si no conocía el termino en español—. ¿Ves un tríptico? Cógelo.
Escuché como abría la guantera y vi por el rabillo del ojo como cogía el papel que le había indicado. Lo giró entre sus manos y comenzó a leer la primera hoja.
—¿Cuánto tiempo te ha llevado hacer esto? —me preguntó Jayden al admirar el trabajo que tenía entre sus manos.
—Eso no es importante. Abre el tríptico. En el interior verás un mapa de toda la comunidad autónoma y en él una serie de números. Por la parte de atrás verás a qué equivale cada número.
—Pero esto es un trabajo de campo increíble —dijo Jayden al ver la presentación y mirar por alto el contenido de tríptico.
—He intentado que las actividades sean lo más amenas posibles para ti a la par que conozcas las cosas más emblemáticas de nuestra región. Hay un mezcla de actividades que espero que sean de tu agrado.
Percibía que Jayden se encontraba en esos momentos analizando toda la información que se encontraba plasmada en el papel. Le di unos minutos de silencio para que terminara de analizarlo.
—¿Crees que será factible hacer todo este recorrido en diez días?
Miré a Jayden y le sonreí antes de responderle.
—Por supuesto. Pero no te estreses. Es un planning de máximos. Dependiendo de como vayamos de tiempo, tendremos que suprimir o no algunas cosas. No sé si te has fijado que algunas de las cosas vienen escritas en negrita. Esas cosas son las imprescindibles, el resto son extras que veremos o no dependiendo del tiempo que dispongamos. Tampoco te quiero estresar, no te preocupes. Parecen muchas cosas, tal vez te abrumes, pero ya veras como no es tanto como parece.
—Estoy realmente impresionado con este trabajo. Mi hermana si lo viera alucinaría. Parece un trabajo hecho por un profesional.
—Oye, ¿quieres herir mis sentimientos? —sonreí para que viera que le respondía con guasa.
—Un trabajo así —dijo levantando el tríptico para enfatizar sus palabras—, ni siquiera consiguen hacerlo muchos profesionales del marketing. Créeme, Amelia, sé de lo que hablo.
Le mire a los ojos y vi que decía aquellas palabras con sentimiento y totalmente convencido de lo que decía. La verdad es que ese tipo de cosas se me daban realmente bien hacerlas. Siempre que viajaba a visitar algún país, hacía un trabajo de campo previo para discernir que cosas quería o no ver. Una vez que decidía mis lugares a visitar, los plasmaba en un plano para poder pensar cual sería la mejor ruta a realizar para cumplir mis objetivos fijados. Reconozco que soy muy metódica y esta característica mía puede abrumar a más de uno.
—¿Quieres que te explique un poco el planning?
—Por supuesto, me encantaría.
Vi como Jayden volvía a abrir el tríptico para atender a mis explicaciones mientras miraba el mapa.
—Hoy dedicaremos el día a conocer un poco Gijón, relajadamente, sin prisas. Hoy es un día de transición.
—No sé porque me da a mi que un día relajado para ti no significa lo mismo que para mi.
—Oye, yo no soy la que hace reuniones laborales en sus días de vacaciones, no como otros —conseguí que Jayden riera con mis palabras—. El segundo día lo dedicaremos a los pueblos costeros de Luarca, Cudillero y si tenemos tiempo terminaremos en un pueblo que te va a encantar, Taramundi.
—El día de mañana parece interesante.
—El tercer día haremos un día deportivo, rafting en el río Sella. El cuarto, lo dedicaremos a visitar Oviedo y terminaremos en Gijón. El quinto, aprovecharemos para visitar la costa Oriente de Asturias. El sexto, iremos a Covadonga y los Lagos, te va a encantar. El séptimo, iremos al museo de la minería. El Octavo, Ribadesella y las cuevas de Tito Bustillo. El noveno, Gijón y espicha. Y el décimo, tiempo libre.
El silencio se instauró entre los dos al terminar de relatar el plan de viaje que había ideado para sus vacaciones en mi región. Supuse que Jayden estaba procesando toda la información que acababa de transmitirle. En ocasiones, cuando hablo, me emociono de tal manera que comienzo a decir palabras por minuto sin darme cuenta. En este caso, no había tenido en cuenta de que la lengua materna de mi interlocutor no era el castellano, sino el inglés, así que podía que su tiempo de procesamiento fuera algo más largo que el de un hispanohablante.
En ese momento comenzó a sonar una canción que Jayden había compartido conmigo hacía un tiempo. A Jay le complacía enviarme canciones en inglés subtituladas. Le gustaba mucho la música y disfrutaba compartiendo conmigo alguna de las canciones que más le gustaban. Aquellas que más me gustaban a mi, las iba añadiendo en una playlist que había titulado "A 9000 kilómetros de ti". De vez en cuando las escuchaba para educar mi oído en la lengua de Shakespeare y para recordar a mi buen amigo americano. En realidad, ponía la playlist siempre que podía y este era uno de esos momentos. Comenzó a sonar la canción "Something I need" de One Republic y él comenzó a cantar bajito la canción a la vez que miraba a través de la ventanilla del coche el verde paisaje de mi región. Era agradable escucharle cantar, era la primera vez que lo hacía y me contagié por el momento, yo también comencé, en mi caso, a tararear en mi cabeza la canción. Cuando llegó el estribillo, ambos nos desinhibimos y comenzamos a cantar alto la canción a la vez, como si de un duo de cotorras se tratara, porque lo que estaba claro es que ninguno de los dos cantábamos bien, todo lo contrario. Nos miramos por un momento y sonreímos. En ese momento nos daba igual cantar mal y que se pusiera a llover por nuestra culpa, estábamos disfrutando al máximo ese instante. Daba igual que los dos cantáramos fatal, existía tal complicidad entre ambos, que lo importante en ese momento no era cantar bien, sino disfrutar. Nunca me había sentido de aquel modo con nadie. No tenía miedo de que me juzgara por ponerme a cantar como una loca mientras conducía. Se había creado un clima de complicidad tan íntimo entre los dos, que daba la sensación de que llevábamos siendo los mejores amigos el uno del otro durante muchos años. El miedo inicial a que pudiera producirse una situación tensa durante el trayecto en coche se evaporó en ese momento mientras los dos nos desgañitábamos cantando a través de la autopista dirección Gijón.
En ese momento supe que esos diez días serían mágicos e inolvidables para los dos. Cada uno sería un tesoro que guardar en nuestros corazones. El tiempo me daría la razón y me demostraría que no andaba desencaminada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario